La festividad de “santobastian” es una de las tradiciones más antiguas y arraigadas en Ibros.
Al mediodía de ayer, cuando los niños salen del colegio, la iglesia parroquial se llenó de pequeños y mayores para presenciar el ritual de bendición y recogida de rosquillas que el Ayuntamiento de la villa obsequia cada año a sus vecinos.
Amaneció el día frío, con llovizna y niebla que impidió celebrar la romería por las calles del casco histórico hasta llegar al campo de olivos, en el paraje de Las Minas, donde era costumbre, en otros años de tiempo apacible, que los vecinos tomaran la merienda degustando las ricas roscas de pan, chocolate y dulces típicos.
En la tarde noche de ayer se celebraba la santa misa en su honor, oficiada por el párroco Juan Antonio Marín Linares que, en su homilía, alabó las bondades del santo mártir, representado casi desnudo con flechas incrustadas en su cuerpo, víctima del martirio que sufrió en la Roma de Maximino. Uno de los santos mártires más conocidos de la iglesia, protector de las epidemias que sacrificó su vida por amor a Dios. Terminada la Eucaristía, la imagen de “santobastián” salió desde el templo parroquial para hacer un breve recorrido por las inmediaciones de la plaza del Ayuntamiento, seguida por numerosos vecinos que entonaban típicas canciones en su paseo.
La memoria de “santobastián” se honra en Ibros desde tiempo inmemorial, día que se convirtió en tradición, amparado por numerosas personas que forman el grupo parroquial que organiza cada año esta fiesta tan señalada en la villa.
Foto: R. Espadas